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jueves, 18 de septiembre de 2014

CULCHAS



Cuando se declara la segunda guerra púnica entre romanos y cartagineses, las dos grandes potencias militares del mediterráneo occidental, a raíz del ataque cartaginés en el 218 a. de C. a la ciudad de Sagunto, aliada de Roma, los reyes y jefes militares de las ciudades peninsulares toman partido por uno u otro bando

La fuentes históricas romanas nos hablan de la existencia de un rey turdetano, llamado Culchas que reinaba sobe 28 ciudades en el años 208 a. de C. cuando se alía con los romanos al mando de Escipión el africano, en contra de los cartagineses. Culchas aporta a los ejércitos romanos que se enfrenta a los cartagineses en la batalla de Baecula (en la provincia de Jaén) tres mil soldados de infantería y quinientos de caballería.
El ejército romano contó con la alianza de una parte de las ciudades tartésicas, como las gobernadas por el rey Culchas, mientras otras preferían la alianza con los cartagineses como era el caso de las ciudades de Cástulo o Iliturgi. Pero los romanos, que desembarcaron en la península en el 218 a. de C. con la intención de parar a los cartagineses, pronto desvelaron sus intenciones de conquistar todo el territorio peninsular y quedarse para explotar las grandes riquezas peninsulares.
Seguramente que la decisión del rey Culchas y otros reyes de la antigua confederación tartésica, como el rey Attenes, de aliarse con los romanos, estaría motivada por la intención de éstos de deshacerse del dominio cartaginés que ya sufrían directamente desde que Amilcar Barca desembarcara en Cádiz en el 237 a. de C. y decidiera controlar directamente las riquezas mineras de la antigua Tartesos.
Los turdetanos, al igual que sus antecesores tartesios, no solían ser gente guerrera. De hecho, aunque en las tumbas de las clases dirigentes aparecen armas, suelen estar inutilizadas, y su presencia parece denotar más un símbolo de preeminencia en la comunidad que un carácter bélico. Pero inmersos como estaban en medio de un conflicto bélico entre potencias que habían escogido el solar andaluz como escenario, no tuvieron mas remedio que amurallar sus ciudades y contratar mercenarios celtíberos  para enfrentarse a cartagineses o romanos.  

La Turdetania era una zona muy poblada y urbanizada en comparación con el resto de la península ibérica. Los turdetanos se extendían por el valle del Guadalquivir y por las provincias de Huelva y Cádiz, principalmente, extendiendo su influencia hasta el Guadiana, por el norte, y al este por la cuenca baja del Genil. Las ciudades turdetanas solían tener alianzas entre ellas en una especie de confederación. También solían tener buenas relaciones con los otros pueblos del antiguo reino tartésico como los oretanos y los batestanos, que limitaban con ellos.
 El historiador griego Polibio, que vivió en el siglo II a. de C., cuenta que en la Turdetania había más de 200 ciudades. Esta gran densidad urbana y demográfica, que no se daba en el resto de la península, solo se puede explicar por la existencia de una elevada riqueza y un gran desarrollo económico. Otro historiador y geógrafo griego, Estrabón, que vivió a finales del siglo I a. de C., describe en su Geografía las grandes riquezas de todo tipo con que contaban los turdetanos –herederos directos de los tartesios- y el alto nivel cultural que tenían. Las fértiles vegas del Guadalquivir daban cereales, aceite y vid en abundancia. La importancia de estos cultivos y la de la pesca viene reflejada en las monedas que acuñan las ciudades turdetanas.
En un principio, los romanos dividieron la península en dos provincias: la Ulterior y la Citerior, correspondiendo la Ulterior, con límite en Cartagena, con el antiguo dominio cartaginés del sur peninsular. En el 27 a. de C. Augusto hace una nueva distribución quedando dividida la península en las provincias Tarraconense, Lusitania y la Bética que era la única que dependía directamente del senado romano y no del Emperador. En esta nueva división la Bética, que tuvo su capital primero en Hispalis y luego en Córduba,  pierde territorio a favor de la Tarraconense por reservarse el Emperador las ricas zonas mineras del este, especialmente la zona de Cástulo y del noroeste granadino.
Pero los antiguos tartesios no tenían muchos motivos para estar contentos con los nuevos amos. La crueldad de Roma con los tartesios a la hora de exigir las contribuciones es relatada por los mismos autores romanos. Ésta, y las claras intenciones de los romanos de quedarse como nuevos dominadores de sus grandes riquezas llevaron a la rebelión de muchas ciudades.
El propio rey turdetano Culchas, anterior aliado de los romanos contra los cartagineses, capitaneó en el 197 a. de C. una rebelión generalizada a la que se unieron otros reyes tartesios como Luxinio, rey de los bastetanos. Según las crónicas, los antiguos tartesios reclutaron a diez mil guerreros celtíberos. Este último intento de recobrar la libertad perdida acabó unos años después con el aplastamiento de la rebelión por las legiones romanas y la ejecución de sus líderes, entre ellos el rey Culchas. A partir de entonces podemos decir que Andalucía pasa a ser romana.

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