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viernes, 9 de enero de 2015

LAS ODIOSAS COMPARACIONES

            De Hammurabi se recuerda el Código que lleva su nombre, base del Derecho romano y, por tanto, del constitucionalismo occidental. Creador del Imperio Babilonio, sus conquistas quedan en segundo plano, sobresale su obra legislativa, que aplicó a los territorios conquistados con los mismos derechos de la propia Babilonia.

En su lucha contra la esclavitud –hace ya casi cuatro mil años- impuso el principio de buena fe de los deudores; combatió la usura prestando, pero a un interés del 5%, frente al 30% usual, lo que obligó a los bancos a rebajar el interés usurero. Así protegía el crédito y evitaba al pueblo ser esclavizados por los especuladores, resultado frecuente, pues los altos intereses obligaban al deudor a trabajar a perpetuidad para el prestamista. Hoy –como las comparaciones son odiosas-, en una situación de “civilización y modernidad”, el Gobierno se permite asegurar que “la dación en pago debe ser una excepción”.
            Creó la noción de responsabilidad, basada en el principio de que todo acto perjudicial da derecho a reparación y compromete a los mismos poderes públicos, los cuales tienen la obligación de reparar los daños causados por acciones delictivas que no hayan sabido evitar o reprimir. Nuestros “modernos gobernantes” intentan eludir su responsabilidad y, cuando no les es posible, recurren, para postergar el pago de indemnizaciones.
            Hammurabi no fue el único en legislar a favor de los más débiles: En el Siglo II (antes de nuestra era) en el mundo helenístico los reyes impusieron un subsidio a los parados, financiado con gravamen a las grandes fortunas. Pero entonces la evasión se pagaba cara.
            De esto ya hace años. Ahora los “civilizados” gobiernos, empezando por el de España, premian a los bancos usureros con donaciones astronómicas y les regalan leyes para dejar en la calle a quienes son golpeados por la misma crisis creada con ese fin. Y, a mayor gloria de la exaltación de la avaricia, se convierte en trashumante a quien no tenga vivienda en propiedad, mientras se critica que en España poca gente quiera vivir de alquiler.
            En el Imperio Antiguo Egipcio, estaba prohibido embargar la tierra que los agricultores precisaban para su propio sustento. Los “civilizados” gobiernos actuales extienden Saló al territorio pleno, cuando crean una ley específica para no cumplir la genérica, la que atañe a todos. Por ejemplo: el sueldo es inembargable hasta determinada cifra y a partir de ahí es porcentual por tramos; pues se la saltan, con el auto-concedido derecho a embargar cuentas, normalmente mal alimentadas por el propio jornal, sin importarles dejar sin electricidad o sin alimento al embargado, ni el rigor o ligereza de la causa de embargo. Actitud diametralmente opuesta a la reservada para sí mismos, gastadores en recursos dilatorios para defender sus negligencias, porque no recurren con su dinero, sino el de los contribuyentes, incluidas las víctimas desvalijadas por su voracidad.
            Aquellos legisladores cuidaban al individuo. Estos, a los especuladores. Pero los de hace cuatro mil años eran unos salvajes. ¿Sí? Menos mal que estamos en la “Europa civilizada”, que si no…
 
Con L de Libertad
Rafael Sanmartín
 

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