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miércoles, 17 de junio de 2015

Ibn al-Jatib

Abu 'Abd Allah Muhammad Lisan al-Din ibn al-Jatib nació en Loja (Granada) en el 1313.
Su familia era de origen cordobés. Su abuelo fue alfaquí de Loja y su padre también era un predicador que hizo carrera en la corte nazarí, por lo que tenía una situación acomodada y pudo darle a su hijo una esmerada educación. 
Estudió en su ciudad natal la enseñanza primaria. Siendo todavía joven, su familia se trasladó a vivir a la ciudad de Granada. Allí siguió sus estudios con los más afamados sabios de Granada. Estudió filosofía y medicina, pero sus inclinaciones literarias le llevaron a cultivar la poesía, la historia y la epistolografía.

Su habilidad en la redacción le llevó a hacer carrera de funcionario y a ocupar el cargo de secretario en el departamento de correspondencia con el sultán Yusuf I gracias a la influencia de su maestro en caligrafía, conocido como Ibn al-Yayyab, que había hecho carrera política en la corte nazarí llegando a ser visir. Éste lo protegió consiguiendo que sucediera a su padre en el puesto de secretario de la Chancillería.
A la muerte de Ibn al-Yayab debido a la peste que se había apoderado del mediterráneo en aquella época, Ibn al-Jatib le sucedió como visir, encomendándole Yusuf I la supervisión de la Casa de la Moneda o Ceca.
A la muerte de Yusuf I le sucede su hijo Muhammad V que mantiene a Ridwan como primer ministro o hayib, y a Ibn al-Jatib como visir. Pero una revuelta palaciega contra Muhammad V se salda con la muerte en 1359 de Ridwan y el exilio en Fez del sultán, y con él al-Jatib.
En su época de exilio Ibn al-Jatib se reveló como un gran diplomático y un gran estratega. Estas dotes tendrá ocasión de ponerlas en práctica cuando a la vuelta del exilio del sultán en 1362 éste lo nombra hayib o primer ministro. El lojeño consiguió durante su mandato mantener a distancia a sus amigos y enemigos (según el momento) benimerines, castellanos y aragoneses, aprovechándose con argucia de las debilidades de sus enemigos.
Con Ibn al-Jatib como primer ministro de Muhammad V, Granada vivió una de las mejores épocas del reino nazarí. Consigue pactar en 1370 una tregua con Enrique II con la novedad de que ya Granada no prestaba vasallaje a Castilla o a Aragón, y no tenía obligación de pagarle tributos. Esta tregua se mantuvo durante bastante tiempo, hasta entrado el siglo XV, permitiendo al reino de Granada aliviar su presión impositiva.
Todo el poder que acumuló Ibn al-Jatib en la corte granadina provocó los recelos de otros cortesanos y familiares del Emir que no dudaron en conspirar contra él. Se aprovechó sus simpatías por el sufismo para acusarle de no ser un buen musulmán.
Ibn al-Jatib, temiendo por su vida, quiso dejar la corte granadina. Aprovechando un viaje oficial a la parte occidental del reino cruzó el estrecho buscando el amparo del sultán de los meriníes.
Después de un tiempo en calma, las acusaciones que se hacían contra él desde Granada, entre ellas la de traición, surtieron efecto y fue encarcelado en Fez. Mientras esperaba el juicio fue asesinado en la misma cárcel en el año 1375. Se cree que los asesinos estaban a sueldo del gobierno granadino al frente del cual estaba Ibn Zamrak, que había sido discípulo de Ibn al-Jatib.
Escribió más de sesenta obras sobre temas históricos, religiosos, filosóficos y médicos. Entre sus obras históricas destacamos una Historia de Granada en la que recoge la biografía de los personajes ilustres del reino junto a una descripción histórico-geográfica. En sus obras histórica también habla de los reyes nazaríes, de otros mandatarios musulmanes y, como novedad en las historias musulmanas, también habla de los reyes cristianos.
En algunas de sus obras mezcla la historia con la descripción geográfica del norte de África y de al-Andalus. En ellas hace comparaciones entre las ciudades de uno y otro lado del estrecho, ensalzando siempre las cualidades de su tierra andalusí.
Escribió también poesía. Como anécdota podemos contar que algunos de sus poemas decoran las paredes de la Alhambra, junto con la de otros poetas como su discípulo, y al final enemigo, Ibn Zamrak. Su afición a la poesía le llevó a confeccionar una antología poética de los poetas de su siglo en la que incluía junto a datos biográficos fragmentos de sus poemas.
Escribió también algún trabajo de tema religioso donde se ve la influencia sufi en su pensamiento. Precisamente fue esta inclinación al misticismo lo que le llevó a tener problemas.
Debido a su formación médica también llegó a ejercer de galeno del sultán y dejó escrito un amplio tratado de medicina llamado “Tratado de patología general y especial”. En él llama la atención la relación de bebidas alcohólicas que se pueden usar para curar algunas dolencias a pesar de que el Corán lo prohíbe.

Entre sus aportaciones en el tema higiénico-sanitario podemos destacar su “Tratado sobre la peste” en el que establece una serie de medidas para evitar el contagio y para paliar los efectos de esta enfermedad que asolaba el mediterráneo en esa época y que él mismo tuvo que aplicar como miembro del gobierno.

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